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LA BAYAMESA

No te acuerdas, gentil bayamesa,
que tú fuiste mi sol refulgente,
y risueño, en tu lánguida frente,
blando beso imprimí con ardor.

No recuerdas que un tiempo dichoso

me extasié con tu pura belleza
y en tus senos doblé la cabeza
moribundo de dicha y amor.

Ven y asoma a tu reja sonriendo,

ven y escucha amorosa mi canto,
ven, no duermas, acude a mi llanto.
Pon alivio a mi negro dolor.

Recordando las glorias pasadas

disipemos, mi bien, la tristeza
y doblemos los dos la cabeza
moribundos de dicha y amor.

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